viernes, 4 de marzo de 2011

VACACIONES ¿QUÉ HIZO TU HIJO!

Wilter Aro Fasanando

Pasaron más de setenta días que los estudiantes salieron del colegio y en breve  regresarán. ¿Qué hicieron en ese tiempo?, ¿Qué pasó con sus  aprendizajes?, ¿Qué  leyeron?  ¿Qué  vieron en la televisión?, ¿Visitaron algún lugar? Cuando retornen a la escuela   relatarán y redactarán  pasajes vacacionales   que serán escuchados y leídos.

Un buen maestro contrasta lo dicho con la realidad, sin que ello signifique desconfianza de la palabra. Los maestros debemos cerciorarnos si en casa los padres  saben lo que hizo su hijo,  si han estado pendientes de ellos, o si simplemente se desatendieron como suelen hacerlo muchas veces cuando los envían a la escuela. Los padres debemos saber que el  soporte (afecto, observación)  que reciben la familia, es relevante para sus buenos aprendizajes. La escuela ya no es el todo ni el único.

Debemos tener en cuenta que el inmediatismo y con ello el consumismo, como sutiles marañas de la sociedad actual, tergiversan las perspectivas de vida personal, siendo los niños y jóvenes  los más vulnerables. La información mediática, proveniente en especial de la televisión, invade el pensamiento  a cada instante. Nuestros estudiantes, asumiendo la infeliz propaganda  del   “vivan el presente porque el futuro llega solo”, creen en lo irrelevante de construir proyectos de vida; no le dan dirección y sentido a su  existencia; todo lo dejan a la “suerte” como si ello existiera.  Si abandonan la casa lo hacen por problemas, no por  su desarrollo y felicidad, pues casi han perdido  la dimensión histórica de sus vidas y de la sociedad. Piensan en que el todo es “aquí y ahora”, el mañana no interesa. Se vuelven consumidores por excelencia, aún en su pobreza,  pues comer bien es menos vital que el pantalón de moda y el deseo de tener ya el celular de moda; están al tanto de la última discoteca y del hit actual,  pero no escucharon sobre “Los sueños del celta y del pongo”.
 
De ahí la importancia de estar  pendientes de ellos, aún cuando se  sienta  la fatiga del trabajo. Hasta los siete años son vitales  para formarlos con afecto en la disciplina,  en el estudio, en valores. Protegerles y  hacerles sentir especiales es nuestra tarea  porque a esa edad  los padres somos los más importantes de sus vidas.

No creas que porque están en casa  están libres, más aún cuando cuentan con el teléfono, internet, televisión. Esta última y su programación burda, es peligrosa verla sin criterio. La televisión  deshistoriza nuestras  vidas y degenera pensamientos.

Nuestra generación es  literaria y  la literatura es narrativa que tiene  comienzo, un medio y un final;  por eso necesitamos de los libros; a esta nueva generación le da igual tener o no un texto.  El libro induce a la historicidad,  la televisión promueve la circularidad. En una misma toma se ve el nacer, crecer y morir en desmedro de la  temporalidad y de la  historicidad de los fenómenos. La televisión acaba con la idea de pasado y por ello no se acuerdan de su procedencia y como tal no defienden a su tierra y luego se les reclama por qué no van a la movilización por su pueblo.  Nos toca educarlos para que vean televisión pero con criticidad, buscando que encuentren sentido de comienzo, medio y final y si no la encuentran, empezaran felizmente a distanciarse.   

Entonces señor padre de familia, ¿sabes cómo ha sido la rutina de tu hijo durante las vacaciones?  Si no conoces, empieza a interesarte, sino te lamentarás de estar exigiéndoles que hagan su tarea y que se levanten temprano y hasta pensarás ir al Psicólogo. Cuando sean adolescentes, en plena secundaria, creerás que quieren romper el orden -  para ellos  imposición – establecido; comerán a la hora que quieren, dejarán la ropa en cualquier parte, la cama deshecha; pero no te desesperes, aún sienten un inmenso cariño por nosotros quienes debemos ser el mejor refugio donde” curar sus heridas” de la vida. Sólo  toca sacar el buen ánimo, tolerancia y aprender a convivir con ellos.  

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